Una Navidad transcultural

Wendy, Eva y Petr. Foto: archivo personal de Wendy Morillo
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Las fiestas decembrinas son esencialmente una ocasión familiar. Hoy en día, cuando las familias pluriétnicas son cada vez más comunes, nos asalta la pregunta de cómo éstas resuelven las tradiciones de Natividad.

José Alejandro,  Anna Isabel y Gina,  foto: archivo personal
Chequia, aunque sea una pequeña República, está cada vez más habitada por ciudadanos españoles o latinoamericanos que han terminado enamorados de algún checo o checa. Tratándose de la Nochebuena, una noche en la que la tradición nacional marca la pauta en la cocina y en los rituales, será posible que estas parejas mezcladas hallen un balance, si alguno se impone o si acaso es posible el entrelazar.

El 24 de diciembre ya cerca de las seis de la tarde las mesas de los hogares checos están servidas. Cuando todos los miembros de la familia han nacido en tierra checa ya sabemos qué esperar: un plato de pescado frito, que es un pescado de agua dulce, con una ensalada de papas, mejor conocida en Hispanoamérica como ensalada rusa.

Mientras que esta es la cena que la mayoría de las familias degusta la noche de Navidad, en la casa de la familia Houška-Orejarena falta el pescado, pero huele a tamal y suena el merengue colombo-venezolano.

La mujer de la casa es Gina Orejarena, de Bucaramanga, Colombia, y quien logró de manera pacífica imponer una noche navideña totalmente colombiana.

ʺEntonces lo que hago es la comida típica colombiana, espero siempre casi a las 12 de la noche para cenar, cosa que aquí no lo hacen. Pongo mi música a todo volumen, siempre hay tragos, trato de que haya música alegre, bailamos. O muchas veces el 24 (de diciembre) a la medianoche hay misa, en español, y cuando no está tan fría la cosa vamos, pero eso es básicamente como disfruto la Navidad aquíʺ.

Navidad a la colombiana

El marido de Gina, Martin Houška, parece no extrañar la carpa frita. En lugar de ésta Gina le ofrece una gran variedad para escoger.

Foto: jarmoluk / Pixabay / CC0
ʺMucha comida: pavo relleno, piernas de cerdo, tamales, ensaladas, mucha champaña, tengo whisky. Así seamos solo dos, pero siempre hago lo mismo, mucha comidaʺ.

Lo único checo en la mesa de esta familia checo-colombiana son las galletas típicas checas que llegan a la casa de parte de la abuela checa, la mamá de Martin.

Entre Martin y Gina hay una pequeña de dos años, Anna Isabel, cuyos gustos alimenticios están ya pautados por esa tierra caribeña que aún no conoce, al menos no de manera consciente.

Otro miembro de esta familia es José Alejandro Celís, fruto de una previa relación de Gina. Vivió la primera mitad de su vida en Colombia y la segunda está transcurriendo en la República Checa. Aunque su vida cotidiana sea esencialmente a la manera checa, la Navidad es para él Colombia.

"Pasé unas cuatro navidades aquí en Praga. Después cuando mi papá se volvió a vivir a Colombia pues siempre paso la Navidad allá. Creo que allí obviamente se celebra con mucho más fervor. Se reúne toda la familia y aquí generalmente sí se reúnen pero están en una casa o un y están viendo la televisión. No se celebra tanto, me parece a mí. Esta vez, la noche del 24 al 25 voy a estar acá, pero el 25 viajo a Colombia".

Dos nacionalidades serán dos navidades

Ella Ochoa Torcal, de 8 años, hija de Petra Konvičková, una mujer checa como nos lo revela su apellido, con el español Luis Ochoa Torcal tiene la suerte de vivir una doble fantasía en el mes de diciembre. Agrega su padre.

"Nosotros tenemos la fortuna o la desgracia de tener dos navidades. Tenemos la Navidad checa aquí, 24 y 25 y luego vamos para el 31, el 1 y el 6 a España. Entonces, pues digo eso "la fortuna" porque tenemos unas Navidades al cuadrado".

El día 24, como están en Praga, lo celebran a la manera checa, con una única especialidad española que se cuela entre los asistentes.

Luis Ochoa Torcal,  foto: Ana Briceño
"Después de la cena, que solemos cenar pescado, una costumbre cristiana también. Aquí se cena la carpa. Nosotros elegimos trucha que tiene menos espinas. Bebemos buen vino, algún tinto español yo o algún cava catalán".

En República Checa es el Niño Jesús quien trae los regalos al árbol en la noche del 24 al 25 de diciembre, al igual que en la mayoría de los países hispanos. Sin embargo, hay en la costumbre checa un detalle diferente y es que los niños no se mandan a dormir sino que se esconden. Tal hazaña nos la relata Luis.

"Tenemos que esconder a la niña. Hay que llevarse a la niña a otra habitación, taparle los ojos, maniatarla para que ponga alguien los regalos y luego sale y dice: 'ya ha venido el Niño Jesús'. En España los traen los Reyes Magos el día 6 (de enero), pero también tenemos la figura de Papá Noel que los trae el día 25 por la mañana. Entonces cuando los niños están dormidos los padres sacan los regalos tranquilamente, los ponen con tranquilidad. No es este estrés de sujetar al niño entre dos".

Después de esta escondida aparatosa y "muy poco práctica" como la califica el mismo Luis, a su hija Ella le espera el Día de Reyes para culminar su doble tanda de regalos y empezar el año con la gran fiesta callejera en Madrid.

"Los Reyes vienen la noche del 5 al 6. Se hace lo que se llama la Cabalgata de los Reyes, que van tres Reyes Magos, muchísimas carrozas, como si fuese el Carnaval de Río, con diferentes personajes: pajes, reyes, ángeles. Y desde las carrozas tiran caramelos a los niños. Entonces se llena, el Paseo de la Castellana se llena de niños y los padres suelen ir a esta cabalgata con una escalera y un paraguas".

Agrega Luis que la escalera es para subirse y alcanzar a ver algo y con los paraguas hacen una superficie para que caigan allí los regalos que van lanzando los Reyes.

Un checo en una Navidad catalana

Zbyněk Jurkovský es otro checo con la fortuna de experimentar una otra cultura en casa, puesto que se ha enamorado de Margarita Omedes, originaria de Cataluña, España.

Zbyňek Jurkovský y Marga Omedes. Foto: archivo personal de Margarita Omedes
Ellos son un ejemplo de cómo la heterogeneidad navideña no la delimita únicamente el país sino el concepto de región y la fuerza de su acervo. Ello le posibilitó a Zbyněek pasar de referencias de Navidad bastantes estándares a una muy particular: la tradición catalana del Caga Tió, que a los ojos de un checo es como sigue.

"En Cataluña me sorprendió bastante. Los padres, no sé si unas dos o tres semanas antes de la noche de Navidad, llevan una madera a la casa (se llama Caga Tió). En el transcurso de 14 días los niños le llevan comida al tronco. De éste hacen como una especie de figurilla con una carita. Después de los 14 días, los padres dicen: 'bueno, niños vamos a celebrar la Noche de Navidad'y los niños corren hacia el tronco que está cubierto por una manta y le recitan una suerte de poema y en respuesta a eso el Caga Tió defeca, por decirlo así, los regalos. Esto se repite varias veces, los niños salen, vuelve, recitan otra vez, y de nuevo regalos".

Marga, como la llaman sus amigos, y Zbyněk, al igual que Luis y Petra se reparten el ritual de Navidad de una manera equitativa. Suelen pasar el 24 de diciembre en Chequia en casa de la familia de Zbyñek y van a España para los Reyes Magos.

Foto: TerriC / Pixabay / CC0
La Navidad con los Jurkovský es la clásica checa. La madre cocina la carpa rebozada, la ensalada de papas y la sopa de carpa; por supuesto, no faltan las dosis de galletas, aunque quizá se infiltre entre éstas alguno que otro turrón.

La presencia de una extranjera en la familia hace que en algún momento el folclore checo de la carpa, las galletas, la ensalada y la película hagan una pequeña retirada para darle espacio a lo diferente.

"Mi debut va a ser este año. El día 26 hemos invitado a los padres y al hermano de Zbyñek con su mujer y sus niñas. Esta va a ser nuestra mixtura yo creo al final. Estamos pensando el menú. No lo tenemos del todo definido. Pero yo creo que va a ser más español que checo".

Probablemente no sea el menú lo único diferente. Con una anfitriona y cocinera española con certeza cambiarán los tempos, por decirlo así, de la celebración. Además, será un total de ocho personas a la mesa, una cantidad novedosa para los Jurkovský. Tal vez el ritual que les espera el 26 a esta familia se acerque más a lo que para Marga es costumbre y que presentimos cuando nos encontramos junto a ella conversando en su acogedora cocina.

"El ritual de comer si lo comparo como es con mi familia o con la de Zbyněk en cuestión de cantidad, variedad y tiempo son dos fiestas completamente diferentes. El 5 de enero nos vamos a reunir en casa de mi abuela y vamos a ser 25 personas, por ejemplo. Hay mucha comida, de muchos tipos diferentes, hay vino, vino blanco, vino tinto. Luego cava, diferentes tipos de cava, vino blanco, vino tino, diferentes tipos de dulces y luego se hace eterno. No sabes nunca a qué hora vas a terminar. Aquí me parece que los protocolos están más marcados".

La fuerza Caribe

Wendy Carolina Morillo, nacida en Santo Domingo, jamás pensó que de las suaves brisas caribeñas pasaría a los vientos gélidos de este hemisferio. La excusa más válida para tal cambio fue el amor de Petr Cach con quien tiene una cría de 3 años, Eva Isabella Cachová.

Wendy,  Eva y Petr. Foto: archivo personal de Wendy Morillo
Sus navidades las ha pasado en familia checa y aunque respeta la tradición, desde que dio a luz a su hija ha querido introducir un poco más de sí y de su lejana República Dominicana.

"Bueno, al tener mi bebé quisiera que tuviera un poco de mis costumbres, pero no, aquí los regalos los hacemos el 24 por la típica tradición checa. Para mí fue totalmente como y dónde se queda mi cultura, dónde se queda también mi parte porque nosotros tenemos los regalos el 6 de enero con los tres Reyes Mayos. Entonces ellos que cómo va a esperar la niña hasta el 6 de enero para los regalos, que ella vive aquí".

Mantener parte de su tradición ha sido en su caso una pequeña batalla que parece tener buena perspectiva aunque sea ella la minoría.

Los 24 de diciembre los Cach tienen un elemento distintivo, y es que la tradición se conserva gracias, sorprendentemente, a la figura masculina de la casa, el señor Petr, o como le dice Wendy "děda", es decir, "el abuelo", quien tiene la cocina bajo su poderío y le cuesta aceptar colaboración alguna.

"En principio siempre todo lo hace děda (Petr), pero luego que yo me fui integrando en la familia empecé como a decir 'yo quiero hacer esto' y ellos que no, que eso es tradición. Pero este año, por ejemplo, yo le dije a děda que yo iba a hacer la ensalada de papas y primero dijo 'uvidíme', y yo dije 'pero también tengo que tener algo de Navidad yo'. Y así quedamos que sí, que yo iba a hacer la ensalada de papas, pero al estilo de Dominicana".

La ensalada de papas o ensalada rusa, como se le llama en América Latina, es una parte curiosa de la mesa navideña. Para los latinoamericanos no suele ser ninguna sorpresa, pues su consumo es más que costumbre en sus países. No obstante, algunas ligeras diferencias hay.

Una ensalada apátrida

"Es igual, pero con remolacha. No ponemos tanta mayonesa, ponemos menos mayonesa y un poco de yogur. Desgraciadamente para los checos en Dominacana le decimos ensalada rusa", agrega Wendy.

Quizá nuestros escuchas se pregunten por qué a muchos checos les cae tan mal la denominación "ensalada rusa". Resulta que es por una suerte de rencor histórico que guardan con la nación rusa, y tal vez nos corresponda investigar a los latinoamericanos por qué se le ha atribuido el adjetivo ruso a una ensalada que en realidad se hace en tantos lugares.

Cuando le preguntamos a la otra representante de la región caribeña, nuestra entrevistada Gina Orejarena, si preparaba algún plato checo para la cena de Nochebuena, así respondió.

Foto: TerriC / Pixabay / CC0
ʺNo, solamente la ensalada y porque es de verdad muy parecida a la que hacemos. En casi toda Latinoamérica se hace la misma ensalada. Y cuando le dije a mi marido que le llamábamos ensalada rusa, bueno... eso estuvo buenoʺ.

Entre tantas diferencias la ensalada de origen desconocido es lo que termina haciendo un vínculo entre las distantes regiones.

Tanto Wendy, de República Dominicana, como Gina, de Colombia, compensan la lejanía de sus tierras con un intento de reproducción, al menos en los manjares.

República Dominicana hace presencia triunfal en la familia Cachovi los 31 de diciembre.

"Me la desquito, como dirían en Dominicana. Es mi turno, diría yo, nosotros decimos me la desquito... como yo como toda su cena y su cosa el 24, el 31 les hago todo mío. Todos preguntan ¿qué es eso, qué es eso?, pero les gusta eh, no me ha tocado ñoño en la familia. Se comen todo lo que hago".

La cena es totalmente dominicana, todo un cuadro exótico muy aromático.

"Hacemos moro de guandules, puede ser moro de guandules con coco o sin coco. Tenemos cerdo, siempre tienes que tener cerdo; hacemos también pollo. Todo horneado y con mucho sazón, ¡sí! La República Dominicana como es una mezcla en sí de culturas así mismo es la cocina, muy rica en especias y así lo hago yo aquí también. Se hace la ensalada rusa, pero con remolacha y se hace también la típica ensalada verde y se hace un postre típico, en el que nosotros siempre utilizamos la chinola".

En vista de la vasta variedad léxica del español, sobre todo cuando se trata de comestibles, les aclaramos que la chinola es lo que en otros países se conoce como maracuyá, fruta de la pasión o parchita; y guandule es equivalente a gandul o frijol de palo.

Las bondades del trópico asiático

A falta del fértil suelo tropical, en la República Checa se tiene a la comunidad vietnamita que es por cierto, la mayor comunidad de inmigrantes en la República.

Los vietnamitas se dedican principalmente a la venta de alimentos, frutas, verduras y entre ellas suelen colarse muchas especies inusitadas. Donde los latinoamericanos encuentran parchita, hojas de plátano, coco y viandas para sus extravagentes platos es en el gran mercado vietnamita de Praga llamado Sapa.

Allí Wendy encuentra un tubérculo llamado en su isla yautía, que también forma parte de la cena de Nochevieja.

Foto: monicore / Pixabay / CC0
"Es casi como el ñame, pero no es ñame. La yautía es más redondita y tiene un sabor como papá, parece un puré de papá, pero es más rico todavía. Es algo que le ha gustado a los checos que pensé que ni locos se lo comerían y les gusta también".

En la Nochebuena y la Nochevieja, además de lo típico de abrir obsequios, brindar y comer, ocupan un lugar importante algunas usanzas. Wendy, por ejemplo, nos relata que en Repúblicana Dominicana es costumbre estrenar ropa y vestirse bien el 31 de diciembre, lo cual aquí no se estila. Nuestro entrevistado español, Luis, intenta llevar a cabo algunos rituales lúdicos, de origen checo, con su hija.

"Yo el año pasado compré eso que hacen plomo y calientan el plomo o estaño, pienso que será estaño. Hacen como figuritas, lo calientan, lo funden y luego lo enfrían con agua y hacen como figuritas, pero no fui capaz de que eso alcanzase la temperarura adecuada. Este año lo he escondido para que mi hija no, a ver si no se acuerda de esta costumbre."

Como vemos, es muy probable fallar en el intento de practicar algo en los que nos falta la experiencia de los mismos nativos, aunque igual es la intención lo que más vale.

La multuculturalidad empieza por el paladar

Ya sea a través de tragos de ron, de puré de yautía y no de papá, de ensalada rusa o, mejor dicho, de papas con remolacha, tamales y olores a coco y plátano las culturas hispanas se van tamizando entre los hogares checos, aunque el carácter de estos, según nuestros entrevistados no sea de los más flexibles, como intenta ilustrar Wendy.

Foto: FotografieLink / Pixabay / CC0
"Ellos tienen siempre la razón y son muy creyentes de su cultura y la otra cultura como que ya se queda a un lado, como que aquí vives y aquí tenemos esto. Yo que soy así un poco media testaruda trato de poner siempre mi cucharita con mi ladito, pero mayoría gana ¿no?".

Pese a que se trate de la mayoría, estas parejas mixtas ya parecen haber más que internalizado lo que una vez les resultó extraño. Difícil establecer si la tradición la implanta la tierra donde la familia mora, la mujer de la familia o el encargado de la cocina. Lo cierto es que en ese debate de sabores, texturas y aromas lo más atractivo es la fusión y el abrazo de las diferencias.